Por Marie Françoise PASSINI,
miembro del Supremo Consejo de la
O:. M:. M:. I:. “Le Droit Humain”.
Desde la creación de la
primera Logia mixta, fundada por María Deraismes y Georges Martin en la última
década del siglo XIX, orientada hacia la búsqueda de la igualdad social y de la
defensa de la mujer y de la infancia, las condiciones sociales han cambiado. La
familia, la toma de conciencia de la pareja ha evolucionado. La mixidad se ha
convertido en algo habitual en las empresas, laboratorios, escuelas, colegios,
los institutos, etc.
Si está correctamente
vivida, si los hombres y las mujeres la respetan, pueden querer buscar en la
mixidad el sentido de la vida humana, progresando en la investigación del
sentido de su existencia en un espacio de pensamiento laico.
Un profano o una profana
que llama a la puerta de una Obediencia Mixta, concibe la mixidad como una
evidencia: en su vida, en su trayectoria masónica. La mixidad parece algo
sencillo y coherente.
Las mujeres y los hombres
que escogen una Obediencia Mixta no perciben ninguna dificultad para ser
iniciados juntos. La iniciación propuesta no separa al hombre de la mujer. Por
tanto, ser Francmasón o Francmasona en una Logia Mixta, inaugura una toma de
conciencia de la complejidad, de la ambivalencia y de la ambigüedad de esta
situación. La mixidad, que creíamos simple y evidente frente a un camino
masónico que se presenta arduo, toma poco a poco más importancia.
Entre Hermano y Hermana
cada uno se revela como más hombre o más mujer. Nuestro trabajo, que trasciende
los sexos, nos obliga a mirar de otra manera, sobre uno mismo, sobre los
otros y también sobre el mundo.
Al principio, ésta es una
Masonería por construir en una mixidad evidente, pero poco a poco se convierte
en un camino especulativo y simbólico que se organiza en una mixidad en la cual
se descubre que no hay nada evidente, que todavía hay que construirla.
No es suficiente declarar
la igualdad del hombre y de la mujer para que sea un hecho incontestable, sobre
todo en un sitio cerrado como es una Logia Masónica. El pensamiento binario es
el fondo del espíritu humano, ninguna sociedad, ningún lenguaje se escapa de
él.
La Hermana, el Hermano Francmasón,
no deben reducirse al pensamiento binario. En Logia se comprometen a tomar
conciencia de la complejidad de este hecho, de la necesidad de comprenderlo o
de admitir que no lo comprendemos.
El trabajo masónico está
orientado hacia el Progreso de la Humanidad, para lo cual es necesaria una
mirada lúcida, eficazmente activa sobre la sociedad y sus grandes
interrogantes. En este espacio, la igualdad entre hombres y mujeres que plantea
estructuralmente la democracia, no significa una similitud indiferenciada
dentro de la conciencia individual o en la acción social. Sin embargo, puede
ser alrededor de esta referencia social, que es menos ardua de elaborar, donde
encontremos el consenso de una mixidad abierta. Porque la reflexión común, cada
uno en su Logia, ligada hacia el exterior de un mismo, puede encontrar puntos
de anclaje presumiblemente menos arriesgados para si, para su fragilidad y sus
dudas.
El Método Masónico se
fundamenta sobre una reflexión simbólica con la ayuda de las herramientas,
consideradas estas en su aspecto concreto y en su reinterpretación metafórica:
escuadra, compás, sol, luna, espadas, etc. Objetos masculinos y femeninos a los
cuales sería vano atribuir un valor simbólicamente sexuado, porque la masonería
es universal y sobrepasa las diferencias lingüísticas de atribución de un
género gramatical.
No obstante, ¿la mirada
que los Hermanos y las Hermanas de una misma Logia tienen sobre estos
diferentes objetos es idéntica? ¿La resonancia del contenido simbólico es la misma
en cada uno de ellos frente a su subconsciente y a sus arquetipos de hombre y
de mujer? Es una pregunta fundamental a la cual nadie se puede sustraer en
Logia bajo el pretexto de un igualitarismo falsamente consensuado.
La investigación de la
búsqueda de sí mismo se enraíza en la indagación del yo, en la construcción de
su Templo interior gracias a un trabajo simbólico conducido a través de una
franca colaboración con otros masones.
Es un proyecto de lucidez
personal pero también de desvelo sin máscara, de libre palabra y de sinceridad.
Tal empeño revela nuestro ego más profundo. No se tratar de ir a la Logia para
tratar nuestros problemas mentales o existenciales como en el territorio
psicoanalítico. No obstante, esta nueva mirada que supone el trabajo en
mixidad, induce una conciencia en si misma de la parte femenina y masculina de
cada uno. Supone el equilibrio en un juego delicado pero también difícil frente
al espejo al cual nos invita la iniciación.
La interrogación masónica
es una liberación progresiva frente a nuestras barreras cotidianas, la
conquista de una nueva libertad con el objetivo de realizar la unión de los dos
polos de nuestra personalidad, la complementariedad del yo, del sí mismo y de
los otros. Con esta condición imprescindible la Masonería toma todo su sentido.
La Logia masónica es o
debería ser, un laboratorio del Progreso humano y de la Humanidad fuera de todo
sexismo, de toda misoginia cerrada sobre sus prerrogativas milenarias, fuera de
todo feminismo radical.
La masonería mixta se abre
sobre otro mundo en una Masonería donde todos los componentes están
convencidos, como decía Condorcet: “Entre los progresos del espíritu humano, el
más importante para el bienestar general es contar con la entera destrucción de
los prejuicios que se han establecido entre los sexos, una divergencia de
derechos que promueve la desigualdad… Desigualdad que no tiene otro origen que
el abuso del poder…”
Tomado de:
http://masoneriamixta.es/la-masoneria-mixta-en-el-orden-masonica-mixta-internacional-le-droit-humain1/#.Uw9_Nvl5OSo